Ciencia y tecnología con impacto social

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Cada vez son más los investigadores dedicados exclusivamente a la ciencia aplicada cuyos hallazgos están mejorando la calidad de vida de las personas en Chile y el mundo. La ciencia aplicada usa el conocimiento para resolver problemas prácticos; es decir, apunta a solucionar asuntos que impactan a la sociedad.


Fabiola Romo P.

Según Claudio Hetz, director del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI), quienes se interesan en ella, probablemente se mueven por dos razones: “El interés genuino de solucionar un problema, como sucede en biomedicina, ingeniería, alimentos, etc.; o el ánimo de hacer negocios, que es igual de válido, ya que un emprendimiento también genera externalidades positivas en la sociedad”.

Para Cristián Hernández, director de Negocios de la Fundación Ciencia y Vida, la ciencia es una de las pocas disciplinas que puede tener impacto en muchas áreas del quehacer humano, lo que a la larga se traduce en bienestar social.

“Con ciencia se puede curar a las personas o prevenir que se enfermen al desarrollar vacunas; con ciencia puedes alimentar, mejorar rendimientos deportivos, resolver derrames de petróleo y otras agresiones al medio ambiente”, explica.

Pero, ¿cómo incentivar el desarrollo de ciencia aplicada para proyectos con impacto social? Lo primero, según el doctor en Ciencias Biomédicas, es identificar las áreas prioritarias de desarrollo; en segundo lugar, conviene invertir y mejorar las oficinas de transferencia tecnológica de las universidades, porque en general son muy precarias en comparación con las de otros países, en los cuales el emprendimiento y la innovación son pan de cada día; y, tercero, generar propiedad intelectual que pueda llevar a aplicaciones sin un costo alto.

Los científicos chilenos han alzado el vuelo, lo que está trayendo grandes beneficios a la sociedad. “Los proyectos científicos han demostrado que sí se puede tener un producto terminado o que puede ser transferible. En el consorcio tenemos un par, como el de Hernán González, que tiene un kit de diagnóstico de cáncer de tiroides que ya se está vendiendo; y el caso de Susan Bueno, que tiene un kit de diagnóstico de virus respiratorios que ya se está probando en hospitales”, señala Rebeca Ibacache, gerente general del Consorcio Tecnológico en Biomedicina Clínico Molecular (BMRC).

Un paso más

Resultados como estos están incentivando la innovación, pero también la Corfo está jugando un rol en ello, según la ejecutiva del BMRC, al forzar a que los científicos lleguen a un producto terminado. “Esto ayuda a las nuevas generaciones a ir un paso más allá y buscar la transferencia”, afirma Rebeca Ibacache.

Ahora, para que la investigación impacte al medio y tenga un beneficio social, César Galindo, subdirector de Interoperabilidad del Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud (CENS), cree que el resultado debe pasar a quienes puedan aplicar la investigación para mejorar la salud o cualquier otro aspecto; o bien, al mercado para que este tome el resultado y lo pueda proyectar en productos o servicios para la gente.

“Para eso es necesario tener mecanismos para hacer transferencia tecnológica e involucrar fuertemente a los intermediarios de resultados de la investigación para que la proyección impacte a la sociedad como el investigador espera”, afirma.


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